domingo, 21 de septiembre de 2014

Y como una prueba nada más.




Hablando del tema aquel de las influencias rotas y el malinchismo, el otro día me di la tarea de preguntar a algunas personas su opinión acerca del diseño, animación y arte mexicano como un previo al proyecto que tenía planeado armar, simplemente indagando un poco en datos generales de audiencias generales para ver qué tipo de cosas podía sacar de ello. Creo que simplemente quería ver qué se podía esperar y con base a eso empezar a formar un proyecto más tangible y real.
Como realmente no fui por ahí entrevistando gente con preguntas preparadas y concretas, no tengo respuestas concretas acerca de temas concretos, pero sí recaudé información que considero valiosa. Mi objetivo era lograr una plática fluida y amena, que no espantara ni pareciera interrogatorio con el fin de encontrar respuestas sinceras y naturales. Algunas cosas de las que platicaba me dieron resultados esperados, obvios, o incluso "clichés" sobre el diseño mexicano, cosas que ya todos hemos oído una y otra vez y de las que estamos hasta hartos. Recuerdo que justamente hablaba con mi prima de eso el otro día y me decía que para empezar, el diseño en México está muy mal pagado y que en general no se invierte ni se dedica a mejorar la cultura general acerca de ello, que no hemos avanzado para nada en cuanto a animación o cine se refiere y que cada vez que alguien lo intenta, es callado brutalmente por audiencias inconformes que prefieren ver una película hecha con la muy aclamada pero también muy usada "formula de Hollywood"; y todas esas cosas que se saben acerca del diseño mexicano. Cosas como esa era lo que esperaba que me dijera mucha gente, y en general fue lo que me dijeron varios amigos a quienes cuestioné muy superficialmente sobre el tema.
Un amigo, que, por cierto, estudia ingeniería y simplemente no tenía idea de lo que le estaba preguntando fue de hecho el más honesto y natural de todos y me dio implícitamente la respuesta que yo esperaba de un montón de gente con la que hablé. De una manera muy suya y medio escondida, él me dijo que no sabía nada sobre diseño mexicano y que a decir verdad tampoco sabía nada de diseño extranjero, y que para él era algo así como "dibujitos". Así me esperaba que fueran por su mayoría estas pequeñas entrevistas espontáneas. Para mí sorpresa no fue así. La verdad estoy feliz porque él fue el único que me dijo tal cosa y los demás ponderaron más y se tardaron más elaborando sus respuestas, lo que es para mí una pequeña luz de esperanza ante el conocimiento de nuestra sociedad. 

Hasta cierto punto, lo que me sorprendió más es que algunas personas contestaron algo totalmente diferente al muy usado cliché, y todas ellas mencionaron puntos en común (nótese entonces que hay otro patrón en el diseño mexicano además de sólo ser mal pagado y mal apreciado por los paisanos). Dicha respuesta puede parecer obvia para muchos, lo fue para mí al principio. Luego, viendo que otros a quienes les preguntaba no tenían ni la más remota idea de qué decir sobre el diseño mexicano además de lo mencionado previamente, me di cuenta de que no era tan "obvio" y que a veces nosotros mismos tenemos demasiados prejuicios que nos causan choque o conflicto con ciertas cosas (lo enlacé de inmediato con las opiniones desdeñables hacia el diseño en México, ya que todos tenemos ciertos prejuicios acerca de nuestro querido país).
Entre todo esto, hablé con mis padres esperando una respuesta un tanto compleja ya que considero que ambos son personas muy cultas, pero no esperaba más que tal vez el esperado "bueno hijita el diseño está muy descuidado en México y es una lástima ya que es un motor para la economía nacional y (insértese el discurso político-legal con un buen de palabras rimbombantes y formales que sería digno de un abogado y así)". Pero no, porque además del típico discurso precioso y técnico de mis amados padres, obtuve también una serie de opiniones muy personales y sinceras acerca del tema, dichas con una prosa impresionante que NO es digna de un abogado y más bien de un padre y una madre, de dos personas adultas que aman su país y todo lo que éste representa. Ambos dijeron que el diseño en México se dedica, por la mayor parte, a desatar la creatividad de un pueblo lleno de color, música, amor y calidez. Dijeron que es bastante único, que es la materialización de los alrededores del mexicano por más simples o ridículos que sean. Dijeron que es característico y que en él resuenan las callecitas de Guanajuato, los colores de Oaxaca, el sonido de las faldas jarochas que bailan al ritmo de la jarana, el arpa y el son; la calidez de un pueblo lleno de costumbres bellísimas. En pocas palabras, me dijeron que el diseño mexicano refleja todo lo que somos. 
Tengo amigas en mi muy lindo pueblo (mentira, Veracruz es feo) que estudian o han estudiado diseño alguna vez y ellas me comentaban que, en sus ojos, el diseño mexicano era siempre representativo de México y que marcaba siempre el estilo de vida, las tradiciones y costumbres del país del chile y los tacos. Para ellas, el diseño extranjero, (con extranjero entiéndase el diseño gringo, canadiense y europeo principalmente) y en especial el diseño norteamericano, está casi siempre muy despegado de la cultura propia del país de procedencia. Podría argumentar que, al menos en el caso del diseño estadounidense, no se tiene un sentimiento de cultura o de esencia porque en Estados Unidos no tienen una cultura "propia" de la misma manera en la que la tenemos en México; pero eso sería meterme en un territorio peligroso -y lleno de prejuicios y muchas otras cositas más - y no siento que tenga las "bases" correctas para hacerlo.
Entonces analicé qué tenían en común las respuestas de mis padres con las de mis amigas, y cómo eso es importante o relevante para la investigación que estoy haciendo. Porque claro, que un abogado y una ingeniera en acuicultura pensaran lo mismo que cuatro estudiantes de diseño tenía que tener algún significado profundo. O al menos eso pensé yo.
Me formulé interrogantes y encontré respuestas. Quizás no sea importante para el desarrollo del proyecto decir que me dio curiosidad e indagué en muchas cosas y llegué a crisis existenciales conmigo misma y con mi carrera (pero fue importante para mi desarrollo personal dentro de este proyecto). Al final es sólo importante decir que me puse a pensar en el por qué en México tenemos tal sentido de identidad aplicado al diseño y al arte cuando pareciera que cada día que pasa nos sentimos más despegados de la cultura mexicana y nos rodeamos de lo foráneo. Y es que suena un poco hipócrita, ya que la mayoría de las veces pareciera que somos una comunidad totalmente diferente a lo socialmente identificado como "mexicano", mientras que para ciertas cosas y ciertos días del año hacemos como que "regresamos" a nuestras raíces y queremos gritar que sí, somos muy independientes -y lo mucho que amamos a nuestro querido presidente. Que viva.
Llegué a varias conclusiones, de hecho. Una de ellas es que efectivamente hay una parte de nosotros que desea pertenecer, algo que es natural en cualquier ser humano y nos hace buscar formas de mostrarnos "como en realidad somos". El diseño es algo tan humano, tan personal, que se convierte en quien lo diseña; o, más bien, quien diseña materializa fibras de su persona en un boceto, en un logo, en un cartel, un mueble, un vestido… miles de pensamientos en una pequeña y condensada versión de lo que uno es. Por ende, el diseño es algo escandaloso, algo que hace ruido para que lo escuchen hasta el más recóndito lugar del planeta; y aunque no todo diseño grita tan fuerte como un iPhone 6 o un comercial de Coca-Cola, aún así puede llegar a ser escuchado a leguas de donde nació. Y el diseño mexicano busca eso, lo que cualquier ser humano: ser notado y apreciado. Y llegué a pensar que entonces por eso el diseño mexicano está tan ensimismado en gritar "¡México!" por dónde se le mire, porque somos una sociedad que vive constantemente a la sombra de sociedades más "desarrolladas", sociedades a las cuales nos gustaría parecernos por el sólo hecho de que son mejores vistas que la nuestra y claro, mucho más eficientes. Cuando se trata de iniciativas creativas en el país, la mayoría de las veces se tiende a ir por lo obvio o por lo que se ha visto previamente en alguna de esas sociedades súper desarrolladas -sí, como en el entretenimiento con esos trescientos noventa y cuatro programas de televisión y películas que se han fusilado de otros países e incluso con esos videoblogueros que sacan todos sus chistes y tips de belleza de videos extranjeros y Pinterest - en vez de buscar, pensar y crear algo desde cero con nuestro propio esfuerzo. Y gracias al mal manejo de las ideas creativas en México es por lo que al querer crear algo único y de calidad, el resto recurre a las raíces. Comenzaba a pensar que entonces la necesidad de SER mexicano se debe a que de hecho no tenemos una identidad concreta y aún seguimos buscándola dentro de nuestro pasado.
Pero también llegué a una segunda conclusión que a mi parecer, puede fluctuar ya que puede estar equivocada. Y es que el diseño extranjero no necesita identidad pues ya la tiene intrínsecamente. Ellos no necesitan gritar quiénes son en cada cosa diseñada por manos foráneas, porque a diferencia de los mexicanos, ellos ya lo saben y lo han sabido desde mucho antes de que nosotros recuperáramos nuestra pseudo independencia. Si ellos quieren decirle al mundo que ahí están, como alemanes, gringos o franceses; si quieren gritar aquello en un cartel o en una silla, lo hacen, porque se les da la gana y ya. No porque quieran que los demás lo noten, sino porque tienen la opción de hacerlo o no y eso no afecta en lo más mínimo su sentir hacia el objeto per se. No les importa la validación de nadie, no ven como necesario el decir que fueron ellos, simplemente lo dicen si así lo desean. Y a diferencia de ellos, los mexicanos vemos el diseño como una oportunidad de demostrar infinitas cosas al mundo. De hacerles ver que estamos aquí y que nuestra cultura puede aportar al desarrollo global. Y llegué a la conclusión de que tal vez no es la falta de identidad de los europeos o norteamericanos, sino la nuestra.

Pero eso no es necesariamente algo malo. 

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